Según se defina, el aprendizaje puede ser un cambio en la forma de comportarse ante una misma situación. Es decir, un cambio entre una forma anterior y otra posterior: lo cual remite a cómo se define el lapso de tiempo para considerar que algo ha cambiado. Pero también un "cambio en la forma de comportarse" es una definición o perspectiva que enfatiza la conducta. En fin, suponer que la situación es la misma no sólo pide una petición de principios sobre la realidad de la situación sino sobre su permanencia en el tiempo frente al sujeto cambiante. Cualquier otra definición de aprendizaje nos hubiera llevado a poder analizar sus presupuestos. No tanto porque sean "malos" o criticables, sino porque inevitablemente cualquier definición introduce una perspectiva que excluye unos aspectos y enfatiza otros. Pero la escala desde la que el aprendizaje es visto tiene que ver también con el tamaño del contexto que es elegido. Es decir, el aprendizaje siempre es situado en el interior de un contexto: si el aprendizaje puede ser visto como un cambio neuronal, de comportamiento, de las estructuras cognitivas, de las formas de relación en el grupo, etc., los contextos a los que remite suelen ser diferentes: no es lo mismo suponer que el contexto son los cambios ante determinados tipos de tareas que el tamaño del grupo o el escenario social en el que ocurre. La cuestión relativa tanto a la escala en la que es situado conceptualmente como al contexto (más inmediato o más general), supone mostrar las principales dificultades de un concepto que es analizado por diferentes disciplinas. Sin embargo, eso no quiere decir que sólo posiciones ecléctica s sean aceptables, y que la multiplicidad de perspectivas y de pertinencias nos aboque a un punto de no definición. Casi, al contrario, esa propia multiplicidad debe ser pensada ante todo como un indicio de la centralidad que el concepto tiene para cada una de las disciplinas mencionadas. Lo que tradicionalmente ha ocurrido es que el aprendizaje sólo ha sido pensado desde el campo de la informática educativa, o de la tecnología educativa, en una relación casi "diádica" con la propia tecnología, como una especie de efecto de la misma. El programa informático sería el entorno y el aprendizaje la consecuencia.
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